Las aguas residuales desechadas durante algunas labores de producción de petróleo y gas, las cuales se eliminan inyectándolas a gran profundidad en capas rocosas subyacentes, son la causa probable de un aumento en el número de terremotos en el sur de Kansas (Estados Unidos) desde 2013, según las conclusiones a las que se ha llegado en una nueva investigación.
Hasta esa fecha, los terremotos eran prácticamente desconocidos en los condados de Harper y Sumner, que constituyen una zona de producción reciente de petróleo y gas. Pero entre 2013 y 2016, se produjeron 127 terremotos de magnitud 3 o superior en Kansas, sucediendo 115 de ellos en tales condados. Con anterioridad a 1973, no había informes de terremotos que se hubieran notado en el área, y solo se conocía un terremoto de magnitud 2.0 en el periodo que va de 1973 a 2012.
Usando datos recogidos por una red de estaciones sísmicas instalada por el USGS (U.S. Geological Survey, el servicio estadounidense de prospección geológica), el equipo de Justin Rubinstein, especialista de dicha institución, analizó 6.845 terremotos que sucedieron en esos dos condados entre marzo de 2014 y diciembre de 2016.
Rubinstein y sus colegas encontraron que el grave repunte en la actividad sísmica se relacionaba en el tiempo y en la ubicación con los aumentos en la eliminación de dichas aguas residuales, y también constataron que las disminuciones en la actividad sísmica durante ese tiempo correspondieron asimismo a reducciones en las tasas de eliminación.
Kansas tuvo la segunda tasa más alta de terremotos en la zona central de Estados Unidos entre 2013 y 2016, justo después de Oklahoma, donde un incremento dramático de la actividad sísmica se ha relacionado también con la inyección de aguas residuales en el subsuelo profundo.